El documental francés El muro
(Le mur), que critica las posturas del psicoanálisis sobre el autismo,
ha causado cierta conmoción en los últimos meses, incluso llegando a ser
mencionado en The New York Times.
Francia es uno de los últimos bastiones
remanentes del psicoanálisis, la teoría y terapia creada por Sigmund Freud y
desarrollada por sus incontables acólitos. En la mayor parte del mundo
anglosajón, la influencia del psicoanálisis ha disminuido en forma continua
durante las últimas décadas (salvo en las humanidades y los estudios
culturales), pero la salud pública y los departamentos académicos de psicología
de Francia siguen aún dominados en gran medida por el psicoanálisis, en
particular por los seguidores del carismático Jacques Lacan, quien fuera uno de
los blancos principales del libro Imposturas intelectuales de Alan Sokal y Jean Bricmont.
En la mayor parte de los demás
países, diferentes variantes de la terapia cognitivo-conductual (TCC) se
consideran el tratamiento estándar para el autismo (y otras afecciones
psicológicas). Los psicoanalistas franceses continúan resistiéndose a ella,
porque la consideran (falsamente) como una forma terapéutica reduccionista que
se enfoca exclusivamente en el cambio de conducta y pasa por alto la dimensión
subjetiva de la enfermedad psicológica.
En El muro vemos a varios psicoanalistas explicando el
comienzo del autismo, explicaciones que derivan de una larga tradición
psicoanalítica de culpar del autismo a las relaciones fallidas con los padres
(Bruno Bettelheim, Jacques Lacan, Françoise Dolto). En términos de dramas
edípicos no resueltos y de conflictos intersubjetivos.
Tomadade http://esquimal.ucoz.com/news/el_arte_contemporaneo_entre_la_experiencia_lo_antivisual_y_lo_siniestro/2011-05-15-171
A veces el autismo es causado porque la madre está deprimida
durante el parto o mientras el bebé está en el útero. A veces el autismo es por sobre todo una “elección”
que realiza el mismo niño. Aparentemente los padres influencian este escape
hacia el autismo, pero sólo el niño se hace “responsable”.
Nos enteramos de que los padres deben intervenir en la
relación madre–hijo para evitar su fusión sexual; que todas las madres experimentan
un período de “locura maternal” luego del embarazo; que toda relación
madre–hijo es intrínsecamente incestuosa; que el niño autista “se rehúsa” a
entrar al mundo del lenguaje porque está “enfermo de lenguaje”; que algunos
padres son impotentes y patogénicos; que una función de la placenta es mediar
entre los deseos homicidas de madre y feto durante el embarazo; y que el daño
psicológico del incesto padre–hija no es algo para preocuparse mucho.
No todas estas exóticas ideas son compartidas por todos los
analistas, por supuesto. De hecho, si uno consulta a dos psicoanalistas sobre
cualquier tema dado, generalmente termina con tres opiniones diferentes.
Particularmente dolorosa es la triste visión expresada por
muchos analistas lacanianos sobre los beneficios esperados de su (o cualquier
forma de) terapia (“el placer de sentirse interesado por una pompa de jabón”,
dice un analista).
Esto refleja otra doctrina central del psicoanálisis
lacaniano: no podemos ser curados de la condición humana, y los síntomas que
desarrolla un paciente constituyen su manera de lidiar con el ineludible “nudo”
en el que los humanos nos enroscamos a nosotros mismos (de ahí la “elección”
del autismo).
En vez de alentar falsas esperanzas, o así dicen los lacanianos, deberíamos resignarnos a este estado de cosas. Tratar de librarnos de síntomas debilitantes, como intentan hacer los terapistas cognitivo-conductistas, es erradicar la dimensión de la subjetividad humana. Tal derrotismo es repelente en vista de las intervenciones terapéuticas basadas en la evidencia que existen para lidiar con afecciones como el autismo.
En vez de alentar falsas esperanzas, o así dicen los lacanianos, deberíamos resignarnos a este estado de cosas. Tratar de librarnos de síntomas debilitantes, como intentan hacer los terapistas cognitivo-conductistas, es erradicar la dimensión de la subjetividad humana. Tal derrotismo es repelente en vista de las intervenciones terapéuticas basadas en la evidencia que existen para lidiar con afecciones como el autismo.
El film es acusado de ser “polémico”, como si esto fuera un
crimen de pensamiento en sí mismo. Un realizador fílmico tiene derecho a
expresar sus ideas sobre un tema y a tomar posición si se siente moralmente
obligado a hacerlo. ¿Podría cualquier persona sensata realizar un documental
sobre la homeopatía, la astrología o la cienciología y permanecer cuidadosamente
neutral sobre el tema tratado?
El tono polémico del film está perfectamente justificado a la luz de los escandalosos dichos de los psicoanalistas lacanianos. Incluso si Robert hubiera presentado falsamente las ideas expuestas por alguno de sus entrevistados, estos últimos podrían haber escrito una respuesta formal, en vez de arrastrar a una joven cineasta a una corte de justicia y exigir una compensación exorbitante (300 mil euros en total).
El tono polémico del film está perfectamente justificado a la luz de los escandalosos dichos de los psicoanalistas lacanianos. Incluso si Robert hubiera presentado falsamente las ideas expuestas por alguno de sus entrevistados, estos últimos podrían haber escrito una respuesta formal, en vez de arrastrar a una joven cineasta a una corte de justicia y exigir una compensación exorbitante (300 mil euros en total).
Esta noticia parecería exótica sin embargo, en México se ha
comenzado hacer uso de las posturas lacanianas para tratar el autismo, se le
llama “práctica entre varios” y se usa en los centros de atención múltiple y
en los usaer, que dependen de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Será bueno que los psicolog@s de la SEP y autoridades,
vieran este documental “polémico”. Por lo pronto no criticare a lacan no sea
que me demanden.
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