¿Por qué
algunas personas sienten atracción por el mismo sexo? La pregunta plantea un
dilema al lobby gay en su intento de marcar la agenda política y cultural. Si
esa atracción es sobrevenida y obedece a una amplia diversidad de causas
personales y familiares posteriores al nacimiento, tendrían que dar la razón a
quienes proponen la posibilidad de su reversión, hoy satanizados como
supuestamente homófobos. Si esa atracción tiene un origen genético, los
homosexuales quedarían singularizados ya desde la vida intrauterina con un
marcador ineludible que choca con la evidente finalidad biológica de
perpetuación de la especie de la función sexual, algo que rompería con la idea
de normalidad que se esfuerzan por difundir y favorecería la intolerancia de
los homófobos reales.
Un
reciente artículo de Lupo Glori en Corrispondenza Romana aborda la cuestión
guiándose exclusivamente por los estudios científicos sobre los supuestos
orígenes genéticos de la atracción por el mismo sexo:
Gay, ¿se
nace o se hace? La fatídica pregunta acerca de la existencia de un presunto gen
gay innato vuelve de vez en cuando, si bien hace tiempo que este interrogante
ha recibido respuestas amplias e inequívocas. No hace mucho, la cuestión fue
planteada de nuevo por una organización americana de ex gays llamada PFOX
[Parents and Friends of Ex Gays and Gays, Padres y Amigos de Ex Gays y Gays],
cuando a finales de 2014 promovió en Richmond, capital del estado de Virginia,
una amplia campaña publicitaria para dar a conocer los datos científicos reales
sobre la homosexualidad.
En
particular, dichos datos hacen referencia a distintos casos de gemelos
monocigóticos, perfectamente idénticos, que sin embargo difieren en sus
tendencias sexuales. Existen por lo menos ocho importantes estudios científicos
llevados a cabo sobre gemelos idénticos en Australia, los Estados Unidos y en
Escandinavia durante los dos últimos decenios que demuestran que los
homosexuales no nacen homosexuales.
Ninguna
significación estadística
El doctor
Neil Whitehead, que tras haber prestado servicio durante 24 años como
investigador científico para el gobierno de Nueva Zelanda y haber trabajado
para las Naciones Unidas y la Agencia Internacional para la Energía Atómica,
desempeña hoy el cargo de asesor en algunas universidades japonesas, subraya el
irrelevante papel de la genética en la elección de la orientación sexual, al
afirmar: «Como mucho, la genética es un factor secundario». Los gemelos
monocigóticos derivan de una única célula huevo fecundada, es decir, son
nutridos en condiciones prenatales iguales y comparten el mismo patrimonio
genético.
De aquí
deriva que si la homosexualidad fuera una tendencia innata, establecida por los
genes, dicha atracción debería ser idéntica en los gemelos monocigóticos. Como
observa efectivamente el Dr. Whitehead: «Puesto que tienen ADN idénticos,
deberían ser idénticos al 100%». Sin embargo, dicha hipótesis es desmentida por
la realidad de los hechos que afirman que «si un gemelo idéntico tiene
atracción por el mismo sexo, la posibilidad de que su gemelo tenga la misma
atracción es sólo del 11% para los hombres y del 14% para las mujeres,
aproximadamente». El Dr. Whitehead concluye, por lo tanto, excluyendo
categóricamente que la homosexualidad pueda depender de factores genéticos:
«Nadie nace gay. (…) Los factores predominantes que crean la homosexualidad en
un gemelo idéntico y no en el otro deben ser factores post-parto».
Según este
especialista, la atracción hacia el mismo sexo está determinada por «factores no
compartidos», hechos que suceden a un gemelo pero no al otro, o por una
reacción personal distinta ante un acontecimiento específico por parte de uno
solo de los gemelos. La pornografía, los abusos sexuales, un ambiente familiar
o escolar particular: todos ellos son elementos que pueden influir de manera
distinta en uno de los gemelos respecto al otro. Un gemelo puede no ser capaz
de interactuar socialmente como el otro gemelo, teniendo así una sensación de
soledad que podría llevarlo a la necesidad de ser aceptado por un grupo de
personas; y, en algunos casos, dicho grupo se convierte en una comunidad LGBT.
De hecho, según el doctor Whitehead, «predominan estas respuestas individuales
e idiosincrásicas a ciertos acontecimientos casuales o a factores ambientales
comunes».
Estudios
coincidentes
El primer
estudio serio y profundo sobre gemelos monocigóticos fue llevado a cabo en
Australia en 1991, seguido por otro gran estudio americano en 1997. Hoy, el
instrumento principal para la investigación biomédica, según el especialista,
son los registros nacionales sobre gemelos: «Los registros de gemelos son la
base de los estudios modernos acerca de los gemelos. Ahora son muy amplios y
existen en muchos países. Por el momento se está proyectando un gigantesco registro
europeo del que formarán parte 600.000 miembros, pero uno de los más grandes
actualmente en uso está en Australia, con más de 25.000 gemelos registrados».
En 2002,
la pareja de sociólogos americanos Peter Bearman (Universidad de Columbia) y
Hannah Brueckner (Universidad de Yale) publicaron un estudio (Opposite-sex
twins and adolescent same-sex attraction [Gemelos de sexo contrario y atracción
por el mismo sexo en adolescentes]) que incluyó a 5.552 parejas de gemelos de
los Estados Unidos, evidenciando que la atracción por el mismo sexo entre
gemelos idénticos era común sólo en el 7,7% de los hombres y el 5,3% de las
mujeres. La misma investigación examinó el cambio de orientación sexual durante
el curso de la vida, observando cómo la mayor parte de estos cambios, que
tuvieron lugar por vía "natural" más que terapéutica, estaban
dirigidos hacia una heterosexualidad exclusiva: el 3% de la población heterosexual
afirmó haber sido en el pasado también bisexual u homosexual. Al final dichos
datos hicieron emerger un dato curioso según el cual el número de personas que
han cambiado su orientación sexual hacia una heterosexualidad total resulta más
alto que la cifra actual resultante de sumar bisexuales y homosexuales. En
otras palabras, concluye Whitehead, «los ex gay superan en número a los gays
actuales».
De nuevo, la realidad le da con
la puerta en las narices a la ideología. La loca y tendenciosa investigación de
los activistas LGBTQ sobre la existencia de un codiciado gen gay que afirmaría
la normalidad de la homosexualidad se debe detener bruscamente ante los
indiscutibles datos concretos que certifican claramente que la homosexualidad
no tiene nada de genético o natural. Más que de "gen gay" sería
correcto haber de "virus gay"; de hecho, si nadie nace con el
gen de la homosexualidad todos, y en particular las jóvenes generaciones, están
en riesgo de ser contaminados por la ideología de género impuesta como diktat
ético por la mentalidad cultural dominante.