El metilfenidato (MFD) es un psicoestimulante, más conocido por la marca comercial Ritalina, en países hispanoparlantes, Rubifen, en España, y Ritalin en otros.
El uso del Metilfenidato se ha generalizado bastante en nuestra población escolar y en los adolescentes, sin que existan antecedentes de complicaciones o aparición de efectos colaterales importantes, quizás producto de no ser tenidos en cuenta y por lo mismo no buscados. Por ello es que queremos llamar la atención relatando la experiencia con un paciente que presentó hipertensión arterial, claramente relacionada con la administración de este estimulante y que desapareció al suspenderla.
Caso clínico: Escolar de sexo masculino de 8 años de edad, con antecedente de hipertensión arterial en abuelo y bisabuelo materno. Seis meses antes se le diagnostica un Síndrome de Déficit Atencional y se inició tratamiento con Metilfenidato, siendo controlado periódicamente, pero sin registros de la presión arterial. Cuatro días antes de su hospitalización comenzó con dolor abdominal, intermitente que se acentuaba con las horas y no se acompañó de otra manifestación. Consultó en el Servicio de Urgencia, en donde encontraron presiones arteriales persistentemente elevadas, fluctuando entre 158/88 y 170/105 y pulsos entre 78 y 98 por minuto. El examen físico era normal, con pulsos amplios y simétricos y sin soplos abdominales o paravertebrales. El fondo de ojo era normal. Se solicitó evaluación cardiológica, que era normal y se descartó una hipertensión arterial secundaria. Se suspendió el Metilfenidato, indicándose tratamiento hipotensor solamente en las primeras 24 horas, evolucionando satisfactoriamente y llegando en forma progresiva a presiones normales al cabo de la primera semana de suspendido.
Discusión: El Metilfenidato es un efectivo estimulante en el tratamiento de variados trastornos neurosiquíatricos, pero en niños es específicamente utilizado en el Síndrome de Déficit Atencional. Tiene una muy buena absorción, con un peak de concentración plasmático alrededor de las dos horas y su vida media de eliminación es de 2 a 7 horas, se metaboliza especialmente en el hígado y solamente el 1% se elimina por orina. Sus efectos adversos incluyen cansancio, trastornos de conducta, falta de apetito, ataxia (descoordinación en el movimiento de las partes del cuerpo), vértigo, hepatotoxicidad (enfermedad hepática tóxica inducida por drogas), taquicardia e hipertensión arterial, Recientemente Klein-Schwartz, revisó las indicaciones y los abusos del Metilfenidato, llamando la atención en cuanto al aumento notorio de su uso, tanto terapéuticamente como por abuso, intento de suicidio, sobredosis por error, etc, revisando extensamente sus complicaciones y efectos colaterales. En la época de los 70 y 80 hay publicaciones , que llaman la atención respecto a las complicaciones cardiovasculares en niños y adolescentes, fundamentalmente taquicardia e hipertensión y recientemente5 se evalúa su toxicidad en 759 adolescentes de los cuales en el 70% de los casos existía el antecedente de abuso de esta droga, encontrándose que 172 de ellos tuvieron que ser hospitalizados por complicaciones que ponían en riesgo al paciente; de éstas las más frecuentes encontradas fueron taquicardia en el 31,7%, agitación e irritabilidad en el 25,7% e hipertensión arterial en el 11,5%. La evolución en estos casos fue buena a corto y largo plazo, fundamentalmente cuando el abuso del Metilfenidato no estaba asociado a otro medicamento. Brown y Sexson revisan el efecto del Metilfenidato al cabo de dos semanas de tratamiento, en un estudio doble ciego y randomizado, sobre el sistema cardiovascular en adolescentes negros. La dosis máxima utilizada fue 0,5 mg/kg y encuentran un aumento significativo de la presión arterial tanto sistólica como diastólica, por lo que recomiendan un cuidadoso monitoreo de la presión cuando se indica este medicamento, especialmente en los pacientes de raza negra.
Lamentablemente hay pocas publicaciones al respecto y no hay estudios nacionales conocidas, por lo que no sabemos exactamente cuál es la magnitud de este problema, aunque por la experiencia anecdótica de la comunicación verbal parecería que la incidencia de la taquicardia y la hipertensión arterial es baja, pero para conocer su importancia se debe realizar trabajos prospectivos que nos muestren la verdadera incidencia de las complicaciones con el uso del Metilfenidato y de esa manera además establecer controles cuidadosos y oportunos para evitarlas.
Caso clínico: Escolar de sexo masculino de 8 años de edad, con antecedente de hipertensión arterial en abuelo y bisabuelo materno. Seis meses antes se le diagnostica un Síndrome de Déficit Atencional y se inició tratamiento con Metilfenidato, siendo controlado periódicamente, pero sin registros de la presión arterial. Cuatro días antes de su hospitalización comenzó con dolor abdominal, intermitente que se acentuaba con las horas y no se acompañó de otra manifestación. Consultó en el Servicio de Urgencia, en donde encontraron presiones arteriales persistentemente elevadas, fluctuando entre 158/88 y 170/105 y pulsos entre 78 y 98 por minuto. El examen físico era normal, con pulsos amplios y simétricos y sin soplos abdominales o paravertebrales. El fondo de ojo era normal. Se solicitó evaluación cardiológica, que era normal y se descartó una hipertensión arterial secundaria. Se suspendió el Metilfenidato, indicándose tratamiento hipotensor solamente en las primeras 24 horas, evolucionando satisfactoriamente y llegando en forma progresiva a presiones normales al cabo de la primera semana de suspendido.
Discusión: El Metilfenidato es un efectivo estimulante en el tratamiento de variados trastornos neurosiquíatricos, pero en niños es específicamente utilizado en el Síndrome de Déficit Atencional. Tiene una muy buena absorción, con un peak de concentración plasmático alrededor de las dos horas y su vida media de eliminación es de 2 a 7 horas, se metaboliza especialmente en el hígado y solamente el 1% se elimina por orina. Sus efectos adversos incluyen cansancio, trastornos de conducta, falta de apetito, ataxia (descoordinación en el movimiento de las partes del cuerpo), vértigo, hepatotoxicidad (enfermedad hepática tóxica inducida por drogas), taquicardia e hipertensión arterial, Recientemente Klein-Schwartz, revisó las indicaciones y los abusos del Metilfenidato, llamando la atención en cuanto al aumento notorio de su uso, tanto terapéuticamente como por abuso, intento de suicidio, sobredosis por error, etc, revisando extensamente sus complicaciones y efectos colaterales. En la época de los 70 y 80 hay publicaciones , que llaman la atención respecto a las complicaciones cardiovasculares en niños y adolescentes, fundamentalmente taquicardia e hipertensión y recientemente5 se evalúa su toxicidad en 759 adolescentes de los cuales en el 70% de los casos existía el antecedente de abuso de esta droga, encontrándose que 172 de ellos tuvieron que ser hospitalizados por complicaciones que ponían en riesgo al paciente; de éstas las más frecuentes encontradas fueron taquicardia en el 31,7%, agitación e irritabilidad en el 25,7% e hipertensión arterial en el 11,5%. La evolución en estos casos fue buena a corto y largo plazo, fundamentalmente cuando el abuso del Metilfenidato no estaba asociado a otro medicamento. Brown y Sexson revisan el efecto del Metilfenidato al cabo de dos semanas de tratamiento, en un estudio doble ciego y randomizado, sobre el sistema cardiovascular en adolescentes negros. La dosis máxima utilizada fue 0,5 mg/kg y encuentran un aumento significativo de la presión arterial tanto sistólica como diastólica, por lo que recomiendan un cuidadoso monitoreo de la presión cuando se indica este medicamento, especialmente en los pacientes de raza negra.
Lamentablemente hay pocas publicaciones al respecto y no hay estudios nacionales conocidas, por lo que no sabemos exactamente cuál es la magnitud de este problema, aunque por la experiencia anecdótica de la comunicación verbal parecería que la incidencia de la taquicardia y la hipertensión arterial es baja, pero para conocer su importancia se debe realizar trabajos prospectivos que nos muestren la verdadera incidencia de las complicaciones con el uso del Metilfenidato y de esa manera además establecer controles cuidadosos y oportunos para evitarlas.
Fuente.
Dr. Carlos Saieh A. , Rev Chil Pediatr 75 (1); 80-80, 2004.
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