Instrucción deriva del latín instructio, que significa
“colocación”, “disposición”, “orden”.
Educación proviene también del latín, de educatio, que
significa “formación”, “crianza”.
Educar quiere decir ayudar la formación psíquica, la crianza
integral del individuo, favoreciendo de todas maneras el desarrollo armónico de
las posibilidades virtuales que brindó la herencia, o corrigiendo sus
desviaciones.
Instruir quiere decir dar a esas posibilidades psíquicas desarrolladas
u orientadas por la educación un instrumento de trabajo, los conocimientos que servirán
para la función del diario vivir.
La educación empieza con el primer pañal; la instrucción aproximadamente
a los seis años, cuando el niño está psicológicamente maduro para el
aprendizaje de la lectura y la escritura.
Además, en sus objetivos fundamentales y primarios la
educación debe quedar completada en la adolescencia; el hombre o la mujer que
surjan de esta etapa psíquica deben estar integrados en su calidad de individuos
y de seres sociales so pena de graves perturbaciones del carácter o de la
conducta.
La instrucción dura toda la vida del individuo por ser la
adquisición de nuevos conocimientos. Sus etapas no son rígidas y permiten
muchas veces recuperar tiempo perdido por una u otra razón: lo que no se
aprendió en un año puede aprenderse en otro sin sensible detrimento, como es el
caso de pequeños que repiten un curso.
Merani, A. L. (1958). Nuestros hijos, esos desconocidos.
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