sábado, 19 de julio de 2008

El Ritalín y la Cocaína

Una investigación llevada a cabo por el equipo de la Dra. Volkow evidenció no sólo la semejanza entre metilfenidato y cocaína, sino también que no es una sustancia insignificante.

En su artículo, “Cuidado, el Ritalin actúa como la cocaína,” la Dra. Volkow subraya que el ritalín que se prescribe con más frecuencia a los niños, normalmente, una dosis de 0,5mg/Kg es suficiente para bloquear el 70% de los transportadores de la dopamina. “Los hechos - añade la Dra. - demuestran claramente que afirmar que el Ritalin es un estimulante débil es totalmente incorrecto.

Sin embargo lo que diferencia el Ritalin, - siempre y cuando se tome por vía oral -, de la cocaína, inhalada o inyectada, es el tiempo que necesita el organismo para absorberlo: “Es la velocidad a la cual aumentan los niveles de la dopamina, lo que constituye la llave del proceso adictivo de la drogodependencia.”

Investigadores de la Universidad de Búfalo han demostrado que “el metilfenidato, forma genérica del Ritalin, puede provocar cambios en la función cerebral, cambios que perduran después de que el efecto terapéutico haya desaparecido. Ocurre de modo similar a lo que ocurre con otras drogas estimulantes como las anfetaminas o la cocaína.” - añade Joan Baizer, profesor de fisiología y biofísica, responsable del estudio, aunque también destaca la importancia de la dosis como la vía de administración.

Pero los peligros de las anfetaminas no se limitan a la drogodependencia, las lesiones cerebrales y los problemas de atención y de memoria. Según se ha dado a conocer, también el metilfenidato puede provocar problemas de corazón y otros daños fisiológicos, como favorecer el cáncer de hígado, aunque las investigaciones se limitaron a averiguarlo en ratas.

Después de dos años, la discrepancia se acentúa aún más en cuanto a los efectos secundarios, que se suman a 43 según Novartis. Sin embargo, para el público, pasan de casi inexistentes a severos, para que-darse en una normalidad aceptable por todos: “son leves y desaparecen rápidamente”. Además de una contradicción flagrante, entre el diagnóstico del ADHD, basado en una lista de comportamientos que conduce a un tratamiento etiológico bioquímico, no se tiene en cuenta la susceptibilidad peculiar de cada niño.

Generalmente, no se practica analítica en cuanto a la tasa de dopamina antes de la prescripción y aún menos, se considera la especificidad biopsíquica del pequeño paciente. Tal vez, porque esta actitud supondría poner en cuestión la supuesta coherencia sistemática de una terapéutica generalizada. Por lo tanto, los que no reaccionan a esta panacea, emprenderán un nuevo camino con otros fármacos en su mochila. Y no hablemos de los médicos que prescriben este fármaco a niños menores de 6 años de edad, aún cuando esto constituye una contraindicación indicada por el fabricante, por mero motivo que “su eficacia e inocuidad no han sido establecidas en niños de esta edad.” Quizás los 7 años, la famosa “edad de razón” marcan toda la diferencia.

Conjuntamente a esta explosión de trastornos mentales, el negocio de los Big Pharma también ha explotado y no sólo en beneficio de Norvatis, fabricante el Ritalin; tanto esta compañía farmacéutica como otras, se proponen introducir nuevos fármacos en las escuelas como el Prozac (fluoxetine) o el Luvox (fluovoxamina), que han sido aprobados por la FDA para su uso en pediatría. Ambos tienen casi las mismas indicaciones, la depresión y la conducta obsesiva compulsiva (OCD).

Así como lo dice con cierto humor, Gene Haislip alto cargo de la DEA: “las cifras del consumo mundial de Ritalin dan a pensar que el agua o el aire de América del Norte contienen algo muy especial, ya que somos los principales a sufrir de esta extraña enfermedad (5 veces más que en el resto de los otros países). No se puede negar que existen verdaderos casos. Sin embargo, las estadísticas nos enseñan que la cantidad de prescripciones de Ritalin es altamente mayor a lo que terapéuticamente hablando es necesario. Lo que ocurre está totalmente fuera de razón y sobrepasa la imaginación.”

En otras palabras, esta institución que regula y controla las sustancias listadas por el Controlled Substance Act estipula que el Ritalin posee, como cualquier otra anfetamina de la lista II, el mismo potencial de provocar efectos adversos de un grado variable y de desarrollar conductas adictivas cuando se abusa de su consumo, aunque sea dentro del marco legal. “Estos fármacos han sido demasiado promocionados. Han sido demasiado alabados por numerosas campañas de publicidad y marketing y sus ventas han resultado ser descomunales. Todo esto ha permitido hacer unos beneficios anuales de 450 millones de dólares.

Esta actitud representa una amenaza en cuanto al estado de salud de muchos niños y además, ha creado una nueva situación de abuso farmacéutico, así como un mercado ilícito. Los datos nos enseñan que hay un incremento de 1000% en cuanto a los informes de trastornos de salud por consumo abusivo de metilfenidato en niños, entre 10 y 14 años de edad.

Los padres deben entender que se trata de una sustancia muy potente, adictiva y de la cual se puede fácilmente abusar. Y una sustancia altamente potente puede ser tanto beneficiosa cuando está correctamente utilizada, como destructiva.

Desafortunadamente, existe un sinfín de literatura y de promoción de este fármaco que en estos últimos años, ha ignorado o no ha sabido evaluar su potencia ni los efectos que conlleva el consumo abusivo de metilfenidato o Ritalin… (…)… Existe en la farmacopea un sitio para este tipo de fármaco. Sin embargo, en nuestro país tenemos la particularidad de habernos vuelto el único país del mundo en el cual se prescribe en grandes cantidades, diferentes estimulantes que poseen virtualmente todos, las mismas propiedades que la cocaína.”

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