miércoles, 1 de octubre de 2008

¿Curar un enfermo o intervenir en una situación?




Un importante representante de la psiquiatría "oficial", Kurt Schneider, escribía hace algunos años:

El concepto de enfermedad es para nosotros, precisamente: en psiquiatría, un concepto estrictamente médico. No conocemos los procesos patológicos que están en la base de las psicosis (ciclotimia y esquizofrenia). Sin embargo, que en la base de éstas hay enfermedades es un postulado, una hipótesis. El motivo de esto es el hecho de que rompen la integridad, la sensatez y la continuidad de significado del desarrollo de una vida, es decir la con­formidad a la norma, al sentido común. . . Esta es una profesión de fe, y no faltan los puntos impugnables. . . Sólo podemos colocarnos frente a esos estados como frente a un misterio antropológico.

La aparente ingenuidad de este discurso no debe engañar al lector no especializado. Más allá de la jerga nebulosa e incomprensible, más allá de las apariencias positivas y tran­quilizadoras, los psiquiatras tradicionalmente organizan su ac­tividad precisamente sobre ideas de este tipo; ideas a las que la "psiquiatría oficial" reconoce hasta hoy dignidad de discurso "científico" y "neutral".

Como siempre ocurre con las teorías no ratificadas por los hechos, su aceptación se torna más difícil cada día. Por eso es posible hablar hoy de la urgencia con que un sector cada vez más amplio de trabajadores y de opinión pública en gene­ral, exigen nuevos modelos de reflexión y de intervención. Aun cuando frecuentemente se verifica que este tipo de exigencia se presenta en términos de ruptura contra la tradición psi­quiátrica antes que en términos de elaboración y desarrollo de modelos alternativos.

Por esto nos parece particularmente importante observar, que la concepción de la que parten discursos como el de Schneider ha sido puesta en discusión, en el curso de los últimos años, por un número cada vez mayor de investigadores.

Invirtiendo el enfoque de la investigación psiquiátrica tradicional comen­zaron por observar que el comportamiento de un individuo sólo puede ser adecuadamente entendido y útilmente modifi­cado si se encuadra en el contexto en que asume forma y significado. La exploración sistemática de las relaciones in­terpersonales y de las leyes que regulan la vida de los grupos de los cuales forma parte el individuo constituyen, una vez aceptado este punto de vista, un elemento indispensable para la comprensión de lo que ocurre y la existencia de una in­tervención útil en las situaciones de dificultad.

La elección de esta concepción ha tenido consecuencias par­ticularmente importantes en cuanto a poner en crisis la "profesión de fe" de Schneider: considerar el comportamiento I sintomático del "paciente" como una reacción comprensible la las presiones de determinado contexto interpersonal significa, en efecto, presentar el síntoma psiquiátrico como un fenómeno de naturaleza radicalmente distinta de la supuesta dentro de esa hipótesis "médica". Allí era la manifestación de una "enfermedad"; aquí puede ser considerada como el resultado de un proceso que se desarrolla entre las personas; "producido por los hombres".

Convergen en esta tesis muchas de las investigaciones mo­dernas. Psiquiatras orientados hacia el estudio de las relaciones interpersonales han demostrado, en forma muy convincente, la relación que existe entre "síntomas" y "situación", entre "cu­ración" y "cambio". Sociólogos y psiquiatras atentos a la influencia del medio social, han subrayado muchas veces, por otra parte, la importancia decisiva que asume, en el estableci­miento de la enfermedad o de la carrera de desviado que se vincula a ella, las decisiones de los técnicos y el modelo que inspira el conjunto de sus intervenciones.

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