lunes, 11 de agosto de 2008

Psicoanálisis ¿pseudociencia?



El psicoanálisis se presenta a sí misma como una teoría y una técnica terapéutica. Sería aceptable como teoría si fuera suficientemente verdadera y como técnica si mostrara resultados contrastables (eficacia).

Para que sea considerada una ciencia debería ser sometida al rigor del método científico, sin embargo el psicoanálisis no ha conseguido pasar esta prueba.

 Las tesis que sostiene el psicoanálisis son extrañas a la psicología, la psiquiatría y la biología, y a veces contradicen postulados de éstas.

Por ejemplo, el psicoanálisis no encaja en la teoría del aprendizaje que es parte de la psicología. La proposición de la existencia del inconsciente no tiene base en la genética.

La afirmación de que la agresividad es instintiva y universal, contradice lo que afirman la antropología y la etnología.

La hipótesis llamada "complejo de Edipo" está, también en contradicción con la antropología. Al ser estas cosas puntos importante y fundamentales dentro de del psicoanálisis hace que ésta no pueda apelar a otras disciplinas científicas para validar la propia.

Por lo tanto se la presenta como una alternativa a la ciencia. Las hipótesis psicoanalíticas son de dos clases: contrastables e incontrastables por medios empíricos.

Algunas proposiciones del psicoanálisis no pueden ser contrastadas, por ejemplo, la existencia de entidades extracorporeas como el ego, el yo y el superyo; la sexualidad infantil, el sueño como una regresión al seno materno, etc.

La hipótesis de la represión es incontrastable, porque algo reprimido, tal como un trauma infantil o el complejo de Edipo, no se distingue empíricamente de algo que no existe.

Por tanto, por definición de "ciencia" las hipótesis incontrastables no son científicas. Ergo, la parte incontrastable del psicoanálisis no es científica. "El psicoanálisis está en el mismo bote que la parapsicología, con el agravante de que los psicoanalistas no hacen experimentos y cobran consulta.

En primer lugar el psicoanálisis, al igual que la parapsicología, involucra el dualismo psiconeural, es decir, la tesis de que la psique es inmaterial y, más aún, puede actuar sobre el cuerpo, por ejemplo, causando dolencias psicosomáticas. Semejante dualismo choca con la psicología fisiológica y mantiene a la medicina psicosomática en una etapa precientífica.

La medicina psicosomática científica no es sino psiconeuroendocrinoinmunología: explica las llamadas 'somatizaciones' como efectos de procesos cerebrales que interactúan con procesos musculares, endocrinos o inmunes." (Bunge, 1989).

 Las proposiciones que sí son contrastables rara vez están validadas por estudios serios, usando técnicas rigurosas de contrastación como el análisis estadístico, y de las pocas veces en los que ese tipo de estudio se llevó a cabo, dieron como resultado el fracaso de dichas proposiciones.

 Ejemplos de esto último. La conjetura de que todo sueño es la satisfacción de un deseo ha sido contrastada preguntando a sujetos con necesidades urgentes y objetivamente conocidas, como la sed, el contenido de los sueños; resultado: hay muy escasa correlación entre las necesidades y los sueños.

 Según la hipótesis de la catarsis, la contemplación de films que exponen comportamientos violentos debería tener como resultado una descarga de agresividad; la experimentación científica ha mostrado el resultado contrario (R. H. Walters y otros científicos, 1962).

Estudios sistemáticos (W. H. Sewell, 1952, y M. A. Strauss, 1957) han destruido la tesis psicoanalítica de que existe una correlación relevante entre las primeras costumbres de alimentación y excreción, por un lado, y rasgos de la personalidad por otros.

 Formando grupos para estimar la influencia de la terapéutica psicoanalítica en la neurosis, no se ha encontrado influencia favorable alguna, pues el porcentaje de curaciones estaba algo por debajo del porcentaje de curaciones espontáneas o efecto placebo (resultados de H. H. W. Miles y otros experimentadores, 1951, de H. J. Eysenck, 1952, y de E. E. Levitt, 1957); en cambio, la técnica científica de recondicionamiento tiene éxito en la mayoría de los casos (J. Wolpe, 1958).

 A pesar de que algunas hipótesis del psicoanálisis son contrastables empíricamente, como se muestra en el párrafo precedente esto no lleva a inducir a que el resto de las hipótesis, y con ello toda la teoría psicoanalítica, sea contrastable.

Por ejemplo: si el análisis del contenido de un sueño no muestra que ese sueño es la satisfacción imaginaria de un deseo, el psicoanalista dirá que eso solo prueba que el sujeto ha reprimido enérgicamente su deseo, el cual está por tanto más allá del control del terapeuta.

Igualmente, una persona que no presente complejo de Edipo, el psicoanalista dirá que lo tiene muy reprimido, tal vez por temor a la castración. Lo que se obtiene al final es una teoría no falsable, esto es, la idea de que si un fenómeno está explicado por la teoría, ésta es válida y si no lo está, es que el fenómeno no ocurrió como aparece. La teoría nunca es incorrecta. Lo cual va en contra del método científico.

Por otro lado, las estadísticas existentes muestran que el tratamiento psicoanalítico es ineficaz en el mejor de los casos; en cambio, los tratamientos científicos de los mismos trastornos, mediante terapia de la conducta, drogas o cirugía, son eficaces en un alto porcentaje.

 Otro ejemplo es la hipótesis psicoanalítica de que la personalidad adulta está determinada únicamente por el tipo de entrenamiento precoz del control de los esfínteres: el entrenamiento severo produciría individuos de carácter "anal", y los permisivos individuos de carácter "oral". 



Estudios cuidadosos han mostrado que no hay correlación entre las dos variables. Pero aunque no hubiese habido tales estudios, desde el punto de vista conceptual la partición de las personalidades entre anales y orales es grosera y deja de lado rasgos importantes tales como la prosocialidad y la antisocialidad, la introversión y la extroversión, la laboriosidad y la facilidad de aprendizaje. La propiedad misma de ser "anal" u "oral" es imaginaria.

 El psicoanálisis elimina indiscriminadamente no solo la evidencia en contra de la teoría psicoanalítica, sino que además se resiste a la crítica llegando incluso a explicar esa crítica desfavorable como una resistencia por parte del crítico, confirmando así la propia teoría, es decir, se reinterpretan los hechos para encajarlos en la teoría, lo cual, una vez más está en contra del método científico.

Por lo tanto, ni la argumentación, ni la experiencia (observación de los hechos) pueden falsar la teoría psicoanalítica, se concluye entonces que estamos ante un dogma y no una proposición científica. Para el psicoanálisis no hay escenario posible en el cual la teoría pueda ser demostrada falsa (Popper).

 Siguiendo esta línea de razonamiento estudios empíricos llevados a cabo en torno a la puesta a prueba de la validez de los postulados psicoanalíticos y al ver que no se obtienen los resultados esperados, se pide una postergación de la condena definitiva del psicoanálisis hasta tanto no aparezcan datos empíricos favorables al mismo. En otras palabras, se pide que se suspenda el juicio a pesar de los datos en contra con la esperanza de que algún día, en algún momento, alguien, realice un experimento que confirme la hipótesis.

 En vista de esto algunos defensores del psicoanálisis para evitar el estigma del mote "pseudocientífico" es adquiriendo otro: sosteniendo, como lo hacen Lacan y sus discípulos, es que el psicoanálisis no tiene pretensiones científicas, pues pertenece a la psicología "humanista" o incluso a la retórica. Lo cual sería válido pero con ello admiten que el psicoanálisis carece de poder terapéutico alguno.

Los análisis críticos que ha suscitado el psicoanálisis pueden agruparse en tres categorías: 

Metodológicas: enunciadas por teóricos de la ciencia que intentan demostrar que no se trata de una teoría; hipótesis imposibles de verificar mediante datos empíricos y no emplea métodos científicos para justificarlas.

Sustantivas: algunas de las afirmaciones enunciadas, por ejemplo, sobre el contenido de los sueños o la agresión, han sido rechazadas por investigaciones psicológicas realizadas hasta nuestros días.

 Estadísticas: los estudios llevados a cabo, generalmente sin la colaboración o incluso con la oposición de sus practicantes, no pueden demostrar que se trate de una terapia eficaz.

El tratamiento psicoanalítico no supone ninguna mejora sobre la tasa de remisión espontánea (sin tratamiento) de las neurosis (Eysenck). No ha habido muchos experimentos para poner a prueba las fantasías psicoanalíticas, y los pocos que hay, han sido diseñados y ejecutados por no psicoanalistas. 

El psicoanálisis sostiene el dualismo psiconeural, la hipótesis del alma inmaterial (dividida en yo, superyo y ello) es incontrastable en el mejor de los casos, y en el peor, choca con el monismo psiconeural inherente a la psicología fisiológica. Al estudiar psicología, en particular psicología fisiológica, nos damos cuenta de que el psicoanálisis, adopta una posición dualista frente al problema mente-cuerpo.

Esta posición no es original de Freud, es tan vieja como la religión, el psicoanálisis sigue la corriente dualista iniciada por Leibniz, quien sostenía que los procesos mentales y los procesos biológicos eran paralelos entre sí. Cada vez que uno pensaba una idea, ocurría algo en el cerebro, es decir la mente y el cerebro están sincronizados: la mente va por su lado y el cerebro por el suyo. Son paralelos, como dos relojes independientes pero sincronizados. 

No se entiende por qué son sincrónicos ni tampoco por qué un cerebro que presenta circunvolución nos confiere alguna superioridad. Si la mente no necesitará del cerebro, nos convendría tener un cerebro pequeño, que se ocupara de regular los movimientos y la temperatura, en lugar de tener un órgano que gasta el 30 por ciento de las energías que consume el cuerpo. 

 Con la llegada de los psicofármacos a la psiquiatría podemos ver que hay una correlación directa entre la modificación de la química del cerebro y la reacción del individuo contradiciendo el dualismo propuesto por Leibniz a la vez que sostiene el monismo científico. Como respuesta a esto, el psicoanálisis ha insistido en que su disciplina solo intenta "curar el alma". Dejando patentemente claro su carácter pseudocientífico.