jueves, 15 de octubre de 2009

APRENDIZAJE DE CONDUCTAS


APRENDIZAJE DE
CONDUCTAS

José es un niño de cuatro años de edad, gracioso y muy bien arreglado; Sin embargo, su comportamiento deja mucho que desear, sus padres lo describen como un niño "desobediente y berrinchudo".  Lo que realmente quieren decir es que José es un niño que se rehúsa terminantemente a obedecer las indicaciones que le hacen sus padres ya que grita, se arroja al suelo, patalea y llora siempre que sus padres lo castigan por su desobediencia.  Al principio trataron de convencerlo de que no hiciera el berrinche pero como tal intento no dio resultado, se propusieron razonar junto con él el porqué no debería portarse así.  A pesar de todo esto, José continuó haciendo sus rabietas; de tal modo que sus padres optaron por no castigarlo para que no hiciera más rabietas.

María es una niña de nueve años a quien sus padres describen como "una hija normal", "una bendición"; asiste a la escuela y realiza sus tareas diariamente sin que se le tenga que indicar que lo haga, es ordenada con sus cosas y tiene muy buenas relaciones con sus compañeros y hermanos.  Sus padres la alaban con frecuencia por su buen comportamiento y les resulta muy difícil señalar problemas que hayan tenido con la niña.

Estos dos niños tienen algo en común han aprendido a ser como sor4 fueron enseñados por sus padres y por otras personas a comportarse  de la manera como lo hacen, independientemente de que se trate de conductas adecuadas o problemáticas.  Por supuesto que los padres de José no le enseñaron intencionalmente las conductas problema pues no esperaban que su hijo hiciera berrinches, sin embargo, las familias a menudo enseñan conductas problema de manera accidental.

Al analizar los casos anteriores podemos afirmar que la conducta, ya sea adecuada o problemática, se aprende a través de  los  antecedentes  y de las consecuencias que el niño recibe.

Antecedentes

Los antecedentes son eventos que ocurren antes del comportamiento. Los antecedentes proporcionan la ocasión para la conducta, pero no la causan, sino  que señalan los posibles resultados que en el pasado han acompañado la aparición de ciertos comportamientos. Estos antecedentes funcionan como señales para  que el individuo manifieste cierta conducta, indicando al mismo tiempo el tipo de consecuencia que tendrá.

Consecuencias

 Por consecuencia entenderemos todo aquello que ocurra inmediatamente después de que una conducta se presente.  Todas aquellas conductas a las que les prestamos atención, mediante la aplicación de estímulos positivos o negativos, tenderán a presentarse nuevamente y aquellas conductas a las que no les hacemos caso poco a poco desaparecerán.

Hay dos tipos de consecuencias:

1.            Consecuencias positivas, que incrementan la conducta.
2.           Consecuencias negativas, que decrementan la conducta.


    1. “Consecuencias positivas”


Las consecuencias positivas son situaciones que ocurren inmediatamente después de la conducta, y que causan un incremento en la frecuencia con que se presenta esta conducta. La conducta se mantiene, generalmente, por consecuencias tales como: atención, sonrisas, elogios, juguetes y comida. Por ejemplo, un niño acompaña a su madre al mercado. Éste le pide un chocolate y ella se lo niega. El niño llora y hace un berrinche, la madre  entonces le  compra el chocolate y se lo da. La  atención que la madre le esta prestando al niño, así como también el hecho de darle el chocolate incrementa la posibilidad de que en el futuro, al negárselo al niño, éste haga berrinches; en otras palabras, al  proporcionarle consecuencias positivas al niño por esta conducta negativa, la posibilidad de que  esta conducta vuelva a exhibirse es mayor.

2. “Consecuencias negativas”

Las consecuencias negativas son eventos que decrementan los comportamientos inadecuados de los niños.  Éstos pueden ser al ceño fruncido, gritar, regañar, pegar, retirar privilegios, etcétera. Un ejemplo es cuando el niño le pide un caramelo a su mamá y ella se lo niega. El niño comienza a llorar y hace un berrinche. La mamá lo regaña y no le da el caramelo. Esas consecuencias negativas para la conducta de llorar y de hacer berrinche hacen menos probable que esta conducta ocurra en el futuro.

 La regla más importante sobre  el comportamiento humano  es:  Lo que ocurre inmediatamente después de una conducta (las consecuencias) determinará el que esa conducta vuelva a ocurrir o no, en el futuro.


imitación

Otra de las formas en que los niños aprenden una conducta, ya sea problemática o adecuada, es por medio de la imitación de las conductas que observan en las personas con las que conviven, sean éstas sus padres, hermanos, amigos, vecinos, etc., y también mediante la imitación de los artistas y personajes que observan en la televisión y el cine; así, vemos que los niños muy pequeños dicen y hacen las cosas tal como sus padres las realizan, conforme los niños se desarrollan, sus modelos cambian o se amplían hacia los artistas, amigos, personajes del cine o televisión, líderes de su escuela o vecindario, etc.  El viejo adagio que dice: “el que con lobos anda, a aullar se enseña” es muy aplicable a los niños que pueden aprender a fumar, a beber en exceso,* robar, pelearse, decir groserías, insultar, etc., si éste es el comportamiento que observan en las personas con las que conviven directa o indirectamente.

En relación con el comportamiento del padre, resulta muy difícil predecir qué aspectos de éste serán imitados por su hijo, los padres deberán prestar mucha atención a su conducta frente a su hijo puesto que será sumamente difícil modificar el comportamiento de un niño cuando uno o ambos padres realizan el mismo tipo de conducta problemática que el niño presenta. Si algún padre tiene realmente la intención de ayudar a su hijo a mejorar su comportamiento y descubre que él mismo posee problemas tales como malos hábitos en su alimentación, orden, aseo, forma de tratar a su familia, convivencia social, etc., le recomendaríamos que elimine primeramente tales problemas en su persona para después modificar con éxito la conducta de su hijo, de otra forma, no conseguirá resolver los problemas que presenta el niño.

Regaños y sermones incrementan la mala conducta

 Por ejemplo, supongamos que uno de sus hijos ha estado manifestando frecuentes arranques de berrinches, se tira al suelo, patalea, llora, aproximadamente unas cinco veces al día.  Si usted analiza con cuidado lo que está ocurriendo inmediatamente después de que se presenta la conducta, encontrará, tal vez, que usted comienza a sermonear al niño explicándole por qué no debe hacer berrinches; entonces es muy probable que el niño, como consecuencia de estos sermones, haga los berrinches con mayor frecuencia.  Se ha visto que los sermones, regaños, críticas, etc., tienen un efecto de estímulo positivo, esto es, hacen que la conducta se siga presentando una y otra vez:

Esto no es del todo raro; al respecto se ha notado que los niños se sienten altamente motivados para atraer la atención de sus padres aun cuando dicha atención cobre la forma de regaños o sermones.  A menudo los padres no alcanzan a comprender por qué, a pesar de las consecuencias que aplican a la conducta problemática, los niños vuelven a incurrir en los mismos errores cientos de veces, sin embargo, desde el punto de vista de los hijos, el dedicarse a estas conductas particulares constituye una manera segura de atraer una considerable cantidad de atención, aun cuando ésta sea de forma negativa. Ello entonces explica el por qué los regaños, en lugar de hacer que desaparezcan las conductas problemáticas, aumentan aún más la frecuencia de éstas.  Lo anterior no significa que nunca se deba explicar las cosas a los niños, sino más bien que deberán evitarse los regaños frecuentes.*

Que hacer

En la gran mayoría de las ocasiones una explicación dada en términos accesibles será suficiente para que el niño entienda las razones de un buen comportamiento; repetir éstas puede resultar ineficaz para que usted cambie el comportamiento del niño.

Por otro lado, las conductas deseables o adecuadas se aprenden en la misma forma en que las conductas problemáticas, por medio de los estímulos otorgados inmediatamente después de que ocurren, pero, en el caso de las conductas deseadas, éstas se aprenden generalmente a través de la presentación de los llamados estímulos positivos, que son entregados inmediatamente después de que se observa una conducta adecuada. 

Analicemos el caso de una niña a la que consideramos "muy aseada" porque siempre trae su ropa muy limpia y bien planchada y su pelo también limpio y graciosamente peinado; si analizamos el comportamiento que los adultos tienen cuando observan este tipo de presentación en la niña, lo que posiblemente encontraríamos sería que frecuentemente la "halagan" lo que provoca que ella siga conservando su buena presentación.  Pongamos otro caso, el de un niño que siempre trae buenas calificaciones a casa o que cuelga su uniforme en su gancho después de que se ha cambiado; si analizáramos el comportamiento de las personas que observan estos comportamientos, encontraríamos que frecuentemente presentan inmediatamente al niño algún tipo de estímulo positivo que podría ser un halago como el que sigue: ¡estoy orgulloso de ti por tus buenas calificaciones!, ¡eres un niño muy ordenado!, ¡mira qué lindo se ve tu cuarto con toda la ropa en su lugar!, etcétera.

En resumen, se puede decir que los estímulos provocarán que una conducta se vuelva a presentar una y otra vez.  Los padres proporcionan estos estímulos mediante dos modalidades:

Estímulos positivosSe otorgan a las conductas adecuadas y son presentados inmediatamente después de que ocurre la conducta mediante halagos, la oportunidad de participar en determinada actividad, premios, o la concesión de determinado privilegio.
Estímulos negativosGeneralmente se presentan inmediatamente después de que ha ocurrido una conducta problemática por medio de castigos físicos o verbales.



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